Enamorada,

Entonces claro, todo comenzó como un mero juego, un simple intento de seguir con mi vida, de huir de aquél ahogo, entonces lo hallé y sin mucha seguridad, me embarqué en esta lujosa barca, digna de una 'princesa chic', que ciertamente no era yo, o eso creía, pero aún asi a pesar de mis dudas decidí hunirme, porque estaba sola, porque tenía miedo, porque me acababan de abandonar en medio de la nada y no tenía adonde ir... ni nada que perder.

Fué asi entonces como me dejé abrazar por estos nuevos brazos, cálidos, sinceros, desconocidos... y me dejé acariciar por la sutilidad del nuevo amor, algo retisente, sin entregar mi corazón, jugando sucio, besando a uno y deseando a otro. Añorando volver algún día al pasado recién abandonado, pero a la vez entregando lo justo y necesario para subsistir en este nuevo mundo...

Pasado ya un tiempo, viajando en la monotonía del mar abierto, un día, sin querer, un tanto distraída miré a mi lado, y descubrí que era lo que realmente había allí: un gran hombre, de sonrisa hermosa, alucinante me atrevería a decir, de ojos risueños, de firme andar, de firmes ideas, un tanto egolatra, suspicaz, un metrosexual dirían por allí... Y caí rendida, de forma sorpresiva, sufriendo un cambio drástico, dejando de soñar con el pasado y preocupandome del presente, cuidando cada detalle y añorando cada siguiente paso, hoy lo veo, recuerdo los abrazos en la complicidad de su departamento, las miradas cómplices en cuanto algo nos produce risa, los besos en mi frente que me haccen sentir una nena... y no me explico cómo fué que viví tanto tiempo cegada, dureza de cabeza se llama eso, obstinada en mirar con melancolía el pasado que se fué, el pasado defectuoso y aun peor, sumamente doloroso y dejando pasar, esta nueva oportunidad que la vida me ha dado y que por poco, casi dejo escapar.

Bendito sea, el descuido de mi mirada, el tropiezo en éste camino, bendita sea la elegancia de tus palabras, cuando declaran que me aman.


Sucede que hoy, escribo a mi amor declarado.