Permitanme





Le llamaremos Francisco, para proteger su identidad o en realidad la mía;
No recuerdo la primera vez que lo vi, ni tampoco nuestro primer beso o primer encuentro, este es uno de esos silenciosos amores de los que uno jamás hablará, tan ancestral que creí perderlo en la inconsciencia de mi infancia, es de esos amores que todos esperan pero que jamás me atreveré a dar pie en dirección a el.

Francisco es un hombre de misterio, tan solo guardo de él los recuerdos de infancia y lo que reproduce orgullosamente su familia, pero al verlo, tras esos negros ojos sé que hay algo más, un hombre que se formó en el alero de los colegios emblemáticos, donde pulió sus sueños, formó ideales y trazó un futuro, en donde forjó el hombre desconocido y atractivo que hoy se pasea por las calles de esta ciudad; a ello el tortuoso destino sumó un par de obstáculos y dificultades terribles para su corta edad, que sin duda alguna debieron contribuir a ese aire melancólico que logro vislumbrar en ocasiones, pero hay algo que nunca ha de faltar, y es la risa... esa risa inagotable, sincera y desvergonzada de la cual guardo los mejores recuerdos, tardes interminables, reuniones y cumpleaños, esa risa que se ha ido mesurando y que no sé si aún conserve.

Pálida piel, pupilas negro aceituna, fumador empedernido: mi vanilla sky,

Un día de estos, te quiero contar querido... nos encontraremos y hablaremos de esto, te relataré un par de cuentos seductores y acabaremos nuestra historia, digna de novela, tu serás el joven luchador e idealista, yo seré la chica inestable y volátil que toda la vida te ha enloquecido.

Pero sólo son planes, los planes destruyen en dos minutos hasta las historias de toda una vida, tu tienes novia y yo no tengo interés alguno en tenerlo, así que nos vemos en otro momento, en unos años más o quizás mañana... quien sabe, después de todo, siempre nos encontramos en la misma esquina.

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